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lunes, 25 de octubre de 2010
Letras
Y mi boca perdio su ortografía, desvaneciendo su estilo autobiográfico al sentir esos dedos malditos, manchados de tinta negra, rozar mi alma escrita. Al escuchar la narración suave de esa voz cansada de libros guardados mi espíritu gris de metáfora se me escapó por los ojos. Al oler ese humo apagado que salia de su boca quemada, gastada de años de tortura, olvidada. Mi corazón quiso perderse en esas paginas oscuras y esquivas que parecían ser sus ojos. Sumergirse como quien cae rendido ante la palabra escrita y es que por un dialogo de sus labios, yo regalo hasta el epilogo de mi alma.
sábado, 7 de agosto de 2010
Carta maquinal
Despues de arrullar mis penas con la voz ronca de Sabina, de tomarme un tequila imaginario para armarme de un valor del que claramente carezco tomo esa vieja maquina de escribir y tecleo con fuerza, como si no hubiese mañana, ¿quien quita que despues de todo no lo haya? o no lo halle. Que ya que mas da.
Escribo palabras desiguales, distintas, sin aparente sentido. FlOr. CamiLLa. Ramillete. tAjo. Ariet... CaraJO. Escribo y escribo palabras, sin consonantes y con ellas, saltandome los puntos y las vocales. Bllz. Aeu. Iioa. Palabra que pueden ser cualquier otra para cualquier otra persona, pero para mi solo representan una cosa. Un ideal perdido esta mañana, entre las cobijas negras y la almohada blanca. Que se refundio en ese agujero negro con el que se levanta mi mente y que a la noche escupe verdades inesperadas. Palabras mal escritas, sin tildes o con letras cambiadas. Argepio, Ingidnante, habia, enplorsatobi. Las letras quedan una tras otras plasmadas en el papel, a la espera que una gentil brisa de verano las seque con su caricia maternal, a que un tornado las arrastre a otro lado, a uno mejor, al triangulo de las bermudas de las horas perdidas. La carta se va formando, con esas letras sueltas, mal escritas, a medio escribir. Guiada por la turbulencia que me ataca a la 1 y 57 de la tarde, cuando el sol no me toca la piel canela.
Casi de forma sorprendente, como si se escribiese sola, la carta se termina y se firma. Dejando tras su desigual nombre un último punto a la 1 y 58 de la tarde.
D: Quiero una lechuga
N: Ve a un huerto por ella
D: ¿Que es un huerto?
N: Es un pozo gigante en el que nunca dejas de caer
D: ¿Hay lechugas alli?
N: En todos lados
D: ¡Ire a uno! ¡Esperadme lechugas!
Escribo palabras desiguales, distintas, sin aparente sentido. FlOr. CamiLLa. Ramillete. tAjo. Ariet... CaraJO. Escribo y escribo palabras, sin consonantes y con ellas, saltandome los puntos y las vocales. Bllz. Aeu. Iioa. Palabra que pueden ser cualquier otra para cualquier otra persona, pero para mi solo representan una cosa. Un ideal perdido esta mañana, entre las cobijas negras y la almohada blanca. Que se refundio en ese agujero negro con el que se levanta mi mente y que a la noche escupe verdades inesperadas. Palabras mal escritas, sin tildes o con letras cambiadas. Argepio, Ingidnante, habia, enplorsatobi. Las letras quedan una tras otras plasmadas en el papel, a la espera que una gentil brisa de verano las seque con su caricia maternal, a que un tornado las arrastre a otro lado, a uno mejor, al triangulo de las bermudas de las horas perdidas. La carta se va formando, con esas letras sueltas, mal escritas, a medio escribir. Guiada por la turbulencia que me ataca a la 1 y 57 de la tarde, cuando el sol no me toca la piel canela.
Casi de forma sorprendente, como si se escribiese sola, la carta se termina y se firma. Dejando tras su desigual nombre un último punto a la 1 y 58 de la tarde.
D: Quiero una lechuga
N: Ve a un huerto por ella
D: ¿Que es un huerto?
N: Es un pozo gigante en el que nunca dejas de caer
D: ¿Hay lechugas alli?
N: En todos lados
D: ¡Ire a uno! ¡Esperadme lechugas!
sábado, 3 de julio de 2010
Literato
Era un literato de mala paga y poca monta. De esos que los padres conservadores usan como ejemplo cuando su hijo, en un ataque espontaneo de rebeldía bohemia declara que quiere estudiar letras. Vestía harapos. Un traje usado y vuelto a usar de recordado color negro, una corbata que colgaba perezosa de un nudo mal hecho, sobre una camisa que en los buenos tiempos fue blanca y ahora esta a medio camino del amarillo. Unos zapatos gastados a los que todos los martes se les entraba el agua de los charcos por un agujero en la suela.
Pero lo particular de él no eran sus harapos, su barba perdida o sus pies vagabundos. La particularidad de él era ese libro, un libro de 353 hojas, forrado en cuero verde como los de antes. El libro que lo identificaba como un literato errante. No dejaba ese libro, lo cuidaba como un tesoro. Del agua, de los rayos del sol y el fuego de la colilla de los cigarrillos que le lanzaban con desprecio los libreros, los editores, aquellos que habían logrado salvarse donde él había fracasado.
Había un mito en la calle, entre las comadronas rollizas y escandalosas del edificio de la esquina. El libro no contenía nada. Eran 353 hojas en blanco, sin una mancha, sin un asomo de tinta y sin embargo él siempre estaba ensimismado leyéndolo. Bajo un árbol, en un banco, bajo la luz parpadeante de una tienda cerrada en mitad de la noche. Unas veces reía con las carcajadas mas sublimes, otras lloraban sus ojos cansados. Hasta algunas veces se le vio con una mueca de terror que transfiguraba su rostro delgado y sucio. Ese librito era una maravilla de 353 hojas en blanco. El sueño desconocido de todo literato, algo que ninguna imaginación se había atrevido a soñar: un libro que los fuese todos. Tan sublime que te llevaria a la locura mas dulce cada vez que lo abrieses. Tan fantastico que te hiciese olvidar que la pobreza estaba mal vista.
N: No se si nos pusimos melancolicos o reflexivos. Asi que hoy se quedan sin comentario sarcastico.
D: Con lo sarcasticos que son tus comentarios.
N: ... D, juro que vas a morir.
D: ¡Claro! Dejeme me mato yo mismo para su placer.
N: No debi haberte dado eso, ahora eres el doble de desesperante.
D: Al menos no mas que usted.
N: Si te alcanzo, te mato.
D: ¡Siiiii! ¡Vivan las petunias!
jueves, 13 de mayo de 2010
Verguenza
Era el sol lo que se colaba por las cortinas para golpear sus ojos. Por mas que se removiera no lograba evitarlo. La maldita luz siempre lo encontraba. Al fin se acaba por rendir, y con un movimiento rabioso poco propio de un recien despertado se quita las cobijas de encima. Le lanza una mirada asesina al doblez de la cortina que ha permitido que el sol le tocase. Pero al instante retira la mirada, maldiciendose. La luz habia cegado sus pupilas adormiladas. Eres todo un genio, se dice burlon mientras sus ojos se vuelven a acostumbrar a la luz entre sus manos. Luego se levanta con lentitud. La rabia se habia perdido por pereza a mantenerla y ahora se habia resignado. Da un par de pasos cansados y torpes hacia la puerta, que empuja con la rodilla como todas las perezosas mañanas, mientras se revuelve el pelo sucio ya de por si revuelto, como si su accion lo fuese a ordenar. Entonces, sus ojos se topan con un hilo de algo extraño, verde y desagradable que tras unos instantes de lentos pensamientos identifica como baba. Su cerebro le provee el siguiente pensamiento un poco mas rapido: eso no estaba alli ayer. Con esto en mente, y tras unos instantes de duda, decide hacer lo que cualquier confundido haria: buscar algo o alguien que le explicara lo que ve o como quien dice, mira a su alrededor.
Entonces, se topa con otra imagen extraña, al parecer ese dia estaban de moda. Habia unas cosas, pues no encontraba ninguna otra clasificacion que darles, un par de ellas solamente que tenian sus cuerpos vomitivamente gelatinosos doblados sobre un "algo" oscuro.
Tras unos instantes de silencio, en el cual seguro nacio un gay, una de las cosas babosas alzo la cabeza y lo miro con unos ojos como puntos negros. Alcanzaba a distinguir que la cosa tenia algo en la boca, algo que se asemejaba mucho a un dedo humano. Asi que un cadaver, susurro una voz en su cabeza tras unos instantes mientras el seguia mirando a la cosa. La decision de que debia hacer solo tardo unos segundos.
- ¡Ni mierda! ¡Yo me vuelvo a la cama!
Se giro, como abuelo enfadado que murmuraba constantemente con tono cascarrabias. Dio un portazo y, tal como habia dicho, se volvio a la cama. ¡Verguenza habia que tener!
N: Me empiezo a sentir olvidado
D: Es imposible, tu no sientes.
N: Claro que si, siento que te odio.
D: Es imposible, nadie me puede odiar.
N: Nadie te puede odiar tanto como yo, si, tienes razón
D: Es imposible, soy anti odios
N: Eso es lo que tu crees
D: Es imposible.
N: Oh! Callate!
D: Es imposible.
Entonces, se topa con otra imagen extraña, al parecer ese dia estaban de moda. Habia unas cosas, pues no encontraba ninguna otra clasificacion que darles, un par de ellas solamente que tenian sus cuerpos vomitivamente gelatinosos doblados sobre un "algo" oscuro.
Tras unos instantes de silencio, en el cual seguro nacio un gay, una de las cosas babosas alzo la cabeza y lo miro con unos ojos como puntos negros. Alcanzaba a distinguir que la cosa tenia algo en la boca, algo que se asemejaba mucho a un dedo humano. Asi que un cadaver, susurro una voz en su cabeza tras unos instantes mientras el seguia mirando a la cosa. La decision de que debia hacer solo tardo unos segundos.
- ¡Ni mierda! ¡Yo me vuelvo a la cama!
Se giro, como abuelo enfadado que murmuraba constantemente con tono cascarrabias. Dio un portazo y, tal como habia dicho, se volvio a la cama. ¡Verguenza habia que tener!
N: Me empiezo a sentir olvidado
D: Es imposible, tu no sientes.
N: Claro que si, siento que te odio.
D: Es imposible, nadie me puede odiar.
N: Nadie te puede odiar tanto como yo, si, tienes razón
D: Es imposible, soy anti odios
N: Eso es lo que tu crees
D: Es imposible.
N: Oh! Callate!
D: Es imposible.
sábado, 13 de marzo de 2010
Peticiones.
Parpadeó con pesadez, viendo como sus parpados cubrían sus ojos y le regalaban un instante de oscuridad. El lugar que pronto volvería a mostrarse ante sus ojos confundidos se le hacia tan familiar y a la vez tan lejano. Sabia que algo malo había pasado allí, nadie tenia que decírselo, podía sentir el susurro de la muerte correr entre sus dedos, confundirse con la humedad que se le pegaba a la piel. Muerte vieja, reposada, que no seguía las leyes del vino o las seguía al contrario. Muerte recordada.
Giró la mirada, buscando algo familiar, alguien que la ubicase en el tiempo, en el espacio. Un pequeño cable a tierra. Todo estaba tan lleno de selva, tan destruido, tan quejumbroso. Las paredes, o sus ruinas, eran grises, llenas de manchas de humedad y algunas ramas intentaban derrumbarlas, acabar con ese tipo de muerte que no pertenecía a su entorno. Ella siempre pensó que la madre naturaleza era lo único sabio en aquel mundo. Sus ojos se toparon con la primera figura familiar, la chica le sonrió y le habló, pero ella no escuchó sus ojos. Estiró la mano hacia ella y la chica la tomó. El contacto la ayudó a volver, un cable a tierra. Ya sabia donde estaba, ya sabia que hacia y no le agradaba en lo mas mínimo. Solo a ese grupo de locos se le ocurría venir a almorzar en un lugar como aquel, pensó mientras se acercaba a la chica para tranquilizarse.
Entonces ella le señaló algo, soltando su mano. Algo sobre una rama que atravesaba las ruinas con decisión, protegiéndolos de la fina lluvia. Pertenecía a un árbol joven, fuerte, adolescente. Y sobre la rama había un búho. Algo dentro de todos se estremeció en medio del silencio observador. El búho los miraba tan intensamente, tan fijamente que no pudo menos que aumentar su incomodidad. Nunca habría imaginado ver un búho como aquel en un lugar como ese y a tan temprana hora de la tarde. Su hermoso color crema era perturbador, pues había algo irremediablemente tranquilo y sádico en sus plumas y sus ojos, aquellos ojos amarillos dorados, que no parecían apartarse de los suyos ni tener intención de hacerlo.
Entonces una idea casi los golpeó a todos al mismo tiempo. Estaba muerto. Aquellos ojos amarillos estaban muertos, aquel plumaje crema estaba muerto, aquel búho atemorizante estaba muerto. Se los había susurrado el hecho de que los ojos estuviesen tan apagados y que su cuerpo no pareciera tener intención de moverse, y también la fina linea de hormigas que se escapaba junto a su cuerpo, bajando por el tronco del árbol. No entendía como, pero las hormigas se las habían arreglado para disecar el búho. Sacar todos los intestinos de a pequeños pedazos de su cuerpo y llevárselos a donde sea que quedase su carnívoro hormiguero, por lo tanto todo lo que quedaba era lo que podría llamarse la capa exterior del cuerpo del búho. Su mano buscó desesperada la de la otra chica y sintió como la jalaba hacia un lugar lejano, tras exclamar un par de palabras de admiración aterrorizada.
La muerte no abandonaba ese lugar, pensó, mientras apartaba lentamente sus ojos de la figura del búho y miraba al frente, donde una fila de gente ruidosa intentaba apagar con sus voces la incomodidad que sentían todos. Inútilmente.
N: Tres.
D: Casi cuatro.
N: No creo que sepas contar hasta tanto
D: Claro que sé!
N: A ver, muestranos.
D: Uno... Veintitrés, siete, dos... y... cuatro! Ves, te dije!
Giró la mirada, buscando algo familiar, alguien que la ubicase en el tiempo, en el espacio. Un pequeño cable a tierra. Todo estaba tan lleno de selva, tan destruido, tan quejumbroso. Las paredes, o sus ruinas, eran grises, llenas de manchas de humedad y algunas ramas intentaban derrumbarlas, acabar con ese tipo de muerte que no pertenecía a su entorno. Ella siempre pensó que la madre naturaleza era lo único sabio en aquel mundo. Sus ojos se toparon con la primera figura familiar, la chica le sonrió y le habló, pero ella no escuchó sus ojos. Estiró la mano hacia ella y la chica la tomó. El contacto la ayudó a volver, un cable a tierra. Ya sabia donde estaba, ya sabia que hacia y no le agradaba en lo mas mínimo. Solo a ese grupo de locos se le ocurría venir a almorzar en un lugar como aquel, pensó mientras se acercaba a la chica para tranquilizarse.
Entonces ella le señaló algo, soltando su mano. Algo sobre una rama que atravesaba las ruinas con decisión, protegiéndolos de la fina lluvia. Pertenecía a un árbol joven, fuerte, adolescente. Y sobre la rama había un búho. Algo dentro de todos se estremeció en medio del silencio observador. El búho los miraba tan intensamente, tan fijamente que no pudo menos que aumentar su incomodidad. Nunca habría imaginado ver un búho como aquel en un lugar como ese y a tan temprana hora de la tarde. Su hermoso color crema era perturbador, pues había algo irremediablemente tranquilo y sádico en sus plumas y sus ojos, aquellos ojos amarillos dorados, que no parecían apartarse de los suyos ni tener intención de hacerlo.
Entonces una idea casi los golpeó a todos al mismo tiempo. Estaba muerto. Aquellos ojos amarillos estaban muertos, aquel plumaje crema estaba muerto, aquel búho atemorizante estaba muerto. Se los había susurrado el hecho de que los ojos estuviesen tan apagados y que su cuerpo no pareciera tener intención de moverse, y también la fina linea de hormigas que se escapaba junto a su cuerpo, bajando por el tronco del árbol. No entendía como, pero las hormigas se las habían arreglado para disecar el búho. Sacar todos los intestinos de a pequeños pedazos de su cuerpo y llevárselos a donde sea que quedase su carnívoro hormiguero, por lo tanto todo lo que quedaba era lo que podría llamarse la capa exterior del cuerpo del búho. Su mano buscó desesperada la de la otra chica y sintió como la jalaba hacia un lugar lejano, tras exclamar un par de palabras de admiración aterrorizada.
La muerte no abandonaba ese lugar, pensó, mientras apartaba lentamente sus ojos de la figura del búho y miraba al frente, donde una fila de gente ruidosa intentaba apagar con sus voces la incomodidad que sentían todos. Inútilmente.
N: Tres.
D: Casi cuatro.
N: No creo que sepas contar hasta tanto
D: Claro que sé!
N: A ver, muestranos.
D: Uno... Veintitrés, siete, dos... y... cuatro! Ves, te dije!
domingo, 31 de enero de 2010
Don't fall sleep
- No te duermas, hagas lo que hagas no te duermas-era lo que casi le ordenaba mientras corria delante de ella, halandola para que continuara corriendo, sosteniendola cada vez que sus piernas se enredaban y estaba a punto de caer. Tenia sueño, lo único que deseaba hacer era dormirse. Pero él le ordenaba una y otra vez que no lo hiciese y ella no lo iba a hacer asi que como mejor podía iba corriendo tras él, mirandolo con ojos adormilados.
No sabia que era exactamente lo que los perseguia, pero lo que fuese parecia causarle un horror irracional pues seguia jalandola hacia adelante y mirando hacia atras, sin importarle lo mucho que llevaban corriendo. A ella le parecian días, en los que lo único que habían hecho era correr y esconderse en rincones oscuros, apretados, jadeando por la carrera y la mirada de él girando constantemente hacia atras mientras la abrazaba contra si, intentando protegerla de algo, pero se negaba a decirle el que. Las conversaciones eran cortas y en la mayoria él le pedía lo mismo 'no te duermas'. No entendia porque, ¿que tenian de malo sus sueños? ¿Que mal podían hacer? Dormir... Si, eso queria.
Entonces sin querer evitarlo mas, se deja caer, se desploma en el suelo y se duerme, a pesar de que puede escucharlo a él junto a ella, repetirle que no se durmiera.
- No te duermas, no te duermas-susurra con lágrimas en los ojos- no te duermas que no despertaras jamas.
N: Porque saliste tu y yo no?
D: Azul se hizo famoso.
N: Eso no responde a mi pregunta
D: Le hare un pedestal.
N: Igual te quieren matar...
D: Con flores azules
N: Pero para conseguir lo que pretenden conseguir matandote a ti, deberian matarme a mi.
D: Y tela azul
N: No pienso dejarme matar
D: Y helado de chicle, es azul, sabias?
N: No tiene caso, moriras de alguna forma u otra.
No sabia que era exactamente lo que los perseguia, pero lo que fuese parecia causarle un horror irracional pues seguia jalandola hacia adelante y mirando hacia atras, sin importarle lo mucho que llevaban corriendo. A ella le parecian días, en los que lo único que habían hecho era correr y esconderse en rincones oscuros, apretados, jadeando por la carrera y la mirada de él girando constantemente hacia atras mientras la abrazaba contra si, intentando protegerla de algo, pero se negaba a decirle el que. Las conversaciones eran cortas y en la mayoria él le pedía lo mismo 'no te duermas'. No entendia porque, ¿que tenian de malo sus sueños? ¿Que mal podían hacer? Dormir... Si, eso queria.
Entonces sin querer evitarlo mas, se deja caer, se desploma en el suelo y se duerme, a pesar de que puede escucharlo a él junto a ella, repetirle que no se durmiera.
- No te duermas, no te duermas-susurra con lágrimas en los ojos- no te duermas que no despertaras jamas.
N: Porque saliste tu y yo no?
D: Azul se hizo famoso.
N: Eso no responde a mi pregunta
D: Le hare un pedestal.
N: Igual te quieren matar...
D: Con flores azules
N: Pero para conseguir lo que pretenden conseguir matandote a ti, deberian matarme a mi.
D: Y tela azul
N: No pienso dejarme matar
D: Y helado de chicle, es azul, sabias?
N: No tiene caso, moriras de alguna forma u otra.
sábado, 23 de enero de 2010
Asesinarte
Ayer en la mañana me levanté con animos de asesinarte. De descuartizate lentamente, de derramar tu sangre caliente en mis manos. Y sonreí mientras me estiraba en la cama, pasando mis manos por tu lado de la cama, destendido y vacio pero caliente. Seguramente hacia un par de mnutos te habías ido. Me giré, rodando sobre mi misma para enterrar mi rostro en tu almohada y respirar tu aroma, que la había impregnaba. Ah si, matarte de todas las formas posible e imaginables. Una y otra vez. Sin pausa. La idea era tan dulce, con esa forma tan felina con la que se dejaba acariciar. Mordiendo de afán mis dedos y ronroneando a mi oido las imágenes de tu muerte. Saqué mi rostro de la almohada y froté mis pies para calentarlos con la idea, animarlos a salir y caminar a darte muerte. Sentí la tersa sabana sobre la que habías dormido rozar mis pies y los estiré para acariciarla. Escuchar tus gemidos finales, tus ruegos que irian a parar en un pozo vácio. Promesas y promesas por tu vida que igual ya no tendría valor. O podría ahorcarte, de a pocos, no demasiado rápido. Dejarte disfrutar de tu muerte por primera vez. Darte una esperanza y luego apagarla una y otra vez hasta que te quedes sin aire. Ah, la idea me recorrió entera, arráncandome un suspiro de placer. Asesinarte, que gusto me daria hacerlo, pense mientras me giraba una vez mas, envolviendome en la cobija con la que te habías cubierto, que tu piel había rozado la noche ya pasada, sintiendola aun tibia. Ver como se apagaban tus ojos. Como abandonabas tu afán de abrazarte a la vida y te dejabas abrazar por la muerte, que se beberia tu alma, quitándote la vida, salvándote de algo peor, porque siempre habra algo peor, no importa cuantas veces te mate.
Entonces volviste y me envolviste con tus brazos, sin saber cuantos maravillosos deseos de asesinarte albergaba en mi interior. Mientras me hablabas yo te mataba una y otra vez, sin que lo supieras.
N: Que bueno que se acuerde de nosotros. Ya empezaba a desesperarme de estar tanto tiempo contigo.
D: ¡CDN! ¡CDN!
N: Eso es para la clase de ingles, tu callate.
D: Pues el mio sera azul, porque es el color mas bonito.
N: Si no es porque no te quedas quieto juro que te mataba.
D: El tuyo es de un color menos bonito.. Es violeta
N: Si, si, violento si que es. Ahora acercate y te enseño como conseguir un poco de tu CDN
D: No, me das miedo.
Entonces volviste y me envolviste con tus brazos, sin saber cuantos maravillosos deseos de asesinarte albergaba en mi interior. Mientras me hablabas yo te mataba una y otra vez, sin que lo supieras.
N: Que bueno que se acuerde de nosotros. Ya empezaba a desesperarme de estar tanto tiempo contigo.
D: ¡CDN! ¡CDN!
N: Eso es para la clase de ingles, tu callate.
D: Pues el mio sera azul, porque es el color mas bonito.
N: Si no es porque no te quedas quieto juro que te mataba.
D: El tuyo es de un color menos bonito.. Es violeta
N: Si, si, violento si que es. Ahora acercate y te enseño como conseguir un poco de tu CDN
D: No, me das miedo.
domingo, 20 de diciembre de 2009
Continua....?
Se abrazó a si misma con una media sonrisa, mientras apoya su cabeza en la puerta y mira a su alrededor. Era perfecto. Apartado y pequeño, absurdamente perfecto. Tomó su mochila del suelo y la lanzó a la cama antes de dejarse caer ella en esta también, con los brazos doblados detrás de la cabeza y mirando al techo blanco. Si, todo iba a estar bien
El recuerdo fue rápidamente bloqueado. No quería recordar esa noche terrible en la que la oscuridad casi la había consumido, quería recordar algo mejor, algo mas dulce. Pero como siempre que nos intenta encontrar un recuerdo, la carrera para dar con otro que le agradase era muy difícil, y ella estaba cansada. Suspiró, volviendo a sentarse y luego de unos instantes de duda parándose. Ya tenía a donde ir, y el apartamento no se iría a ningún lado, así que podía salir.
Cruzó la puerta y la cerró sin seguro tras de si. Bajó los escalones con pasos rápidos pero acostumbrados y llegó al primer piso, a la salida. Se despidió con un movimiento de la mano del guardia y salió.
-Mierda-susurró con la mano en la baranda de la puerta y observando al exterior.
Y eso era: una mierda. Eran todos unos engendros oscuros y deformes, de piernas y brazos largos y ojos claros que caminaban con sus pasos pausados de gigante. Ninguno se miraba entre si mientras transitaban por las calles de una ciudad igual de enorme, oscura y deforme. Pensamientos. Volvía a estar dentro de su cabeza. De pronto, uno de los pensamientos giró su cabeza con lentitud y la miró con sus vacíos ojos blancos. Una boca se formó en sus labios y los brazos se estiraron hacia ella con la misma lentitud del resto. La chica no pudo moverse en todo el penoso transcurso. La iba a matar, la iba a matar. Toda su vida había sido perseguida por entes que se encontraban afuera, entes peligrosos y temibles que ella había sabido esquivar con la maestría de alguien que protege su vida. Entonces, los brazos del pensamiento se quedaron junto a su cuerpo, con las manos de dedos largos hacia adentro. Si no es porque era una locura hubiese jurado que la miraba con dulzura.
Se giró y huyó hacia el edificio que le daba seguridad. Pero tampoco era seguro. Sus paredes, antes de ladrillos, ahora eran de negrura vivida y palpable. Volvía, derrepente y sin aparente explicación, a estar corriendo por los pasillos de su mente. Felicidad efímera que me has robado, demonio. Relegó la voz a narradora a lo mas lejano que pudo de los callejones. De pronto, una pared apareció ante su incrédula mirada, sin razón aparente. Y una mano fría se le robó el aire de los pulmones. Sus ojos se abrieron y su boca también, unos buscando respuestas, otros buscando aire. Ninguno encontró lo que buscaba, como suele pasar. ¿Y que se hizo de la luz blanca? ¿Donde estaba? ¿A donde la llevaría? Ah... Ahí estaba el aire y los ojos rojos mirándola.
Corre que te corre, que el mañana puede existir en ese pequeño apartamentito, solo no te lances a las manos de tus pensamientos.
N: Y es que pasa
D: ¿El que?
N: ¿Tu sigues aqui? ._.
D: Claro... ¿A donde mas deberia poder ir?
N: Deberias estar en... Bah, que mas da. Sigue el chocolate...
D: ¡Worf! ¡Chocolate!
El recuerdo fue rápidamente bloqueado. No quería recordar esa noche terrible en la que la oscuridad casi la había consumido, quería recordar algo mejor, algo mas dulce. Pero como siempre que nos intenta encontrar un recuerdo, la carrera para dar con otro que le agradase era muy difícil, y ella estaba cansada. Suspiró, volviendo a sentarse y luego de unos instantes de duda parándose. Ya tenía a donde ir, y el apartamento no se iría a ningún lado, así que podía salir.
Cruzó la puerta y la cerró sin seguro tras de si. Bajó los escalones con pasos rápidos pero acostumbrados y llegó al primer piso, a la salida. Se despidió con un movimiento de la mano del guardia y salió.
-Mierda-susurró con la mano en la baranda de la puerta y observando al exterior.
Y eso era: una mierda. Eran todos unos engendros oscuros y deformes, de piernas y brazos largos y ojos claros que caminaban con sus pasos pausados de gigante. Ninguno se miraba entre si mientras transitaban por las calles de una ciudad igual de enorme, oscura y deforme. Pensamientos. Volvía a estar dentro de su cabeza. De pronto, uno de los pensamientos giró su cabeza con lentitud y la miró con sus vacíos ojos blancos. Una boca se formó en sus labios y los brazos se estiraron hacia ella con la misma lentitud del resto. La chica no pudo moverse en todo el penoso transcurso. La iba a matar, la iba a matar. Toda su vida había sido perseguida por entes que se encontraban afuera, entes peligrosos y temibles que ella había sabido esquivar con la maestría de alguien que protege su vida. Entonces, los brazos del pensamiento se quedaron junto a su cuerpo, con las manos de dedos largos hacia adentro. Si no es porque era una locura hubiese jurado que la miraba con dulzura.
Se giró y huyó hacia el edificio que le daba seguridad. Pero tampoco era seguro. Sus paredes, antes de ladrillos, ahora eran de negrura vivida y palpable. Volvía, derrepente y sin aparente explicación, a estar corriendo por los pasillos de su mente. Felicidad efímera que me has robado, demonio. Relegó la voz a narradora a lo mas lejano que pudo de los callejones. De pronto, una pared apareció ante su incrédula mirada, sin razón aparente. Y una mano fría se le robó el aire de los pulmones. Sus ojos se abrieron y su boca también, unos buscando respuestas, otros buscando aire. Ninguno encontró lo que buscaba, como suele pasar. ¿Y que se hizo de la luz blanca? ¿Donde estaba? ¿A donde la llevaría? Ah... Ahí estaba el aire y los ojos rojos mirándola.
Corre que te corre, que el mañana puede existir en ese pequeño apartamentito, solo no te lances a las manos de tus pensamientos.
N: Y es que pasa
D: ¿El que?
N: ¿Tu sigues aqui? ._.
D: Claro... ¿A donde mas deberia poder ir?
N: Deberias estar en... Bah, que mas da. Sigue el chocolate...
D: ¡Worf! ¡Chocolate!
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Cabellos rojos,
cuento,
fantasia
miércoles, 16 de diciembre de 2009
¿A donde vas niña de cabellos rojos?
Corre que te corre pequeñina, que mañana esta lejano. Si, corre, en tu bola de cristal con tus cabellos rojos moviendose al viento, como queriendo alejarse de tu cuerpo y acercarse a aquello que te persigue incansablemente. Corre, que la única salida es inalcanzable.
- ¡¡QUE TE CALLES!!- le gritó con cansancio y asco a esa maldita voz que insistía en narrarlo todo. No le gustaba.
Un jadeo escapó de su boca y con cansancio dio el siguiente paso, y el siguiente, uno mas... Pero la salida no llegaba, era inalcanzable, tal y como había dicho la voz de niño. Su piel canela claro estaba cubierta de pequeñas gotas de sudor que daban fe de todo aquello que había recorrido, aunque ella seguía dudándolo. Tal vez todo era una ilusión y ella no había movido un pie.
A sus lados seguían pasando, inagotables, las mismas paredes blancas o negras que había visto al comienzo. Igual ella seguía corriendo, que era lo único que tenia por hacer. A lo lejos veía el mismo punto pequeño y esperanzador de luz por el que había empezado a correr y atrás... ¡oh! Atrás estaba esa voz y esos dientes como dagas. No, a eso no debía acercarse, debía seguir corriendo.
Trastabilló y casi pudo sentir sus brazos como púas cernirse sobre ella. Pero sacó fuerzas de donde no había y en una pose extraña, mirando al frente, con el cuerpo medio doblado y con los dedos de una mano rozando el suelo, recobró el equilibrio.
Todo había empezado de la manera mas normal del mundo. Toc, toc. Hola como estas con aquella voz de seductor conocido. Si, si. Beso va, beso viene. La caricia de siempre y una carcajada con los brazos en el cuello. Y de pronto, de la nada, una sonrisa macabra que no reconocía. ¿A donde vas a correr, niña de cabellos rojos? Sus ojos castaños se abrieron como nunca. La había encontrado, habían dado con su delgado cuerpo aquellas pesadillas de la infancia. Y su ropa en el suelo, y su celular demasiado lejos. El único lugar para refugiarse es donde tendría lugar la batalla campal. Pero ella no estaba lista para ella, tenia que correr.
Cuando aquel monstruoso ser entró en su cabeza ella empezó a correr, por aquellos conocidos pero nunca antes vistos pasillos tan claros como oscuros. Tenía que llegar a una salida, huir de los dientes filosos, de unos ojos rojos. No era hora aun, que aun tenia cosas por hacer, que decir, que ver, que vivir.
Pero la habían encontrado, y ahora que lo habían hecho no podría huir por mucho tiempo. Su aura era algo... extasiante. Una droga única que todos querían, que todos necesitaban, pero ella no quería dar. Que al fin de cuentas era suyo. Cederla significaría su muerte.
Corre que te corre niña de cabellos rojos. No eres Alicia en el país de las maravillas, no hay conejo que te salve.
Tal vez tenia razón, tal vez no iba poder salir de esta. Tal vez no tenía sentido seguir corriendo, huyendo de las garras supurantes de aquel ser familiar. Si se entregaba la muerte seria rápida y mas fácil que la vida. Si, para... para...
Pero antes de parar...
- Jo-de-te-susurra la chica al ver que lo que venia buscando se abría ante ella. Primero pasó una mano que estiró hacia la luz clara y reconfortante. Pronto todo su cuerpo desnudo fue pasando por la luz, casi siendo arrastrada por esta. Que bien se sentía... tan cálido y tranquilo. Ni siquiera el grito de frustación, de odio y promesas de venganza del demonio que se quedó al otro lado de su mente puede romper su tranquilidad. Ya todo estaba bien. Había sobrevivido y había algo mejor que un blanco conejo esperándola al otro lado de la madriguera.
N: Me aman
D: ¿Lo hacen?
N: Con locura.
D: Pero es imposible, tu eres inamable.. Es como decirle al azul que sea azul... No, no, no.
N: Pues me aman, y es tu culpa
D: Yo solo soy culpable del Big Bang
N: Si... Una verdadera lastima eso.
D: ¡Claro que no! Fue genial, me encantó que el mundo hiciese ¡BUUM!
N: A mi no... Hizo mucho ruido y creó cosas irritantes como tú.
D: Pues voy a hacer uno nuevo y se va a llamar Big BUUM!
N: Idiota -.-"
D: Que no entiendo, si cuando explota hace ¡BUUM! porque se llama Big Bang...
N: Di eso una vez mas y te golpeo ¬¬
D: ¡BUU
N: M!
D: ¡AUCH!
- ¡¡QUE TE CALLES!!- le gritó con cansancio y asco a esa maldita voz que insistía en narrarlo todo. No le gustaba.
Un jadeo escapó de su boca y con cansancio dio el siguiente paso, y el siguiente, uno mas... Pero la salida no llegaba, era inalcanzable, tal y como había dicho la voz de niño. Su piel canela claro estaba cubierta de pequeñas gotas de sudor que daban fe de todo aquello que había recorrido, aunque ella seguía dudándolo. Tal vez todo era una ilusión y ella no había movido un pie.
A sus lados seguían pasando, inagotables, las mismas paredes blancas o negras que había visto al comienzo. Igual ella seguía corriendo, que era lo único que tenia por hacer. A lo lejos veía el mismo punto pequeño y esperanzador de luz por el que había empezado a correr y atrás... ¡oh! Atrás estaba esa voz y esos dientes como dagas. No, a eso no debía acercarse, debía seguir corriendo.
Trastabilló y casi pudo sentir sus brazos como púas cernirse sobre ella. Pero sacó fuerzas de donde no había y en una pose extraña, mirando al frente, con el cuerpo medio doblado y con los dedos de una mano rozando el suelo, recobró el equilibrio.
Todo había empezado de la manera mas normal del mundo. Toc, toc. Hola como estas con aquella voz de seductor conocido. Si, si. Beso va, beso viene. La caricia de siempre y una carcajada con los brazos en el cuello. Y de pronto, de la nada, una sonrisa macabra que no reconocía. ¿A donde vas a correr, niña de cabellos rojos? Sus ojos castaños se abrieron como nunca. La había encontrado, habían dado con su delgado cuerpo aquellas pesadillas de la infancia. Y su ropa en el suelo, y su celular demasiado lejos. El único lugar para refugiarse es donde tendría lugar la batalla campal. Pero ella no estaba lista para ella, tenia que correr.
Cuando aquel monstruoso ser entró en su cabeza ella empezó a correr, por aquellos conocidos pero nunca antes vistos pasillos tan claros como oscuros. Tenía que llegar a una salida, huir de los dientes filosos, de unos ojos rojos. No era hora aun, que aun tenia cosas por hacer, que decir, que ver, que vivir.
Pero la habían encontrado, y ahora que lo habían hecho no podría huir por mucho tiempo. Su aura era algo... extasiante. Una droga única que todos querían, que todos necesitaban, pero ella no quería dar. Que al fin de cuentas era suyo. Cederla significaría su muerte.
Corre que te corre niña de cabellos rojos. No eres Alicia en el país de las maravillas, no hay conejo que te salve.
Tal vez tenia razón, tal vez no iba poder salir de esta. Tal vez no tenía sentido seguir corriendo, huyendo de las garras supurantes de aquel ser familiar. Si se entregaba la muerte seria rápida y mas fácil que la vida. Si, para... para...
Pero antes de parar...
- Jo-de-te-susurra la chica al ver que lo que venia buscando se abría ante ella. Primero pasó una mano que estiró hacia la luz clara y reconfortante. Pronto todo su cuerpo desnudo fue pasando por la luz, casi siendo arrastrada por esta. Que bien se sentía... tan cálido y tranquilo. Ni siquiera el grito de frustación, de odio y promesas de venganza del demonio que se quedó al otro lado de su mente puede romper su tranquilidad. Ya todo estaba bien. Había sobrevivido y había algo mejor que un blanco conejo esperándola al otro lado de la madriguera.
N: Me aman
D: ¿Lo hacen?
N: Con locura.
D: Pero es imposible, tu eres inamable.. Es como decirle al azul que sea azul... No, no, no.
N: Pues me aman, y es tu culpa
D: Yo solo soy culpable del Big Bang
N: Si... Una verdadera lastima eso.
D: ¡Claro que no! Fue genial, me encantó que el mundo hiciese ¡BUUM!
N: A mi no... Hizo mucho ruido y creó cosas irritantes como tú.
D: Pues voy a hacer uno nuevo y se va a llamar Big BUUM!
N: Idiota -.-"
D: Que no entiendo, si cuando explota hace ¡BUUM! porque se llama Big Bang...
N: Di eso una vez mas y te golpeo ¬¬
D: ¡BUU
N: M!
D: ¡AUCH!
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