viernes, 27 de agosto de 2010

Disparo

Esos dedos apuntando a su cuerpo como si fuesen un arma. Le daban un terror inconcebible, deliciosamente imposible. Deslizándose su cuerpo, un terror apenas comparable a... no, no un terror que no tenia comparación. Era único, y aunque podía compararsele por pedazos, a su frialdad como a la de un tempano de hielo, a su crueldad con la de un caníbal, a su potencia con la de un motor, su fuerza con la de un gigante, no podía compararse todo, en su totalidad, contra algo mas.
No, ese terror que le causaban aquellos dedos como armas, que amenazaban con dispararle, con asesinar su espíritu, su cuerpo, su alma, cualquier cosa que la redujese a nada. No quería imaginarse, no quería saber lo que era un disparo de aquellos dedos como armas. La ignorancia a veces era simplemente una bendición demasiado grande como para rechazarla.
Pero él si quería que lo supiera, aquellos ojos fríos querían que lo supiera. Tenia la impresión de que le había hecho mas daño del que nunca podría reparar, así que le iba a ahorrar el esfuerzo, la necesidad de querer repararlo.
- Bam-susurra sin fuerza aquel hombre de los ojos fríos, moviendo su mano como se moveria una pistola.
Su cuerpo cae unos segundos despues, desmayado, inerte... muerto. No hay sangre, por lo tanto no hay crimen. Simplemente dibuja su caida en el aire, con sus cabellos claros volando al lado de su rostro. Terror... no, ya no había, se lo había llevado.

N: ¡Quiero una aaaaaaaaaaaasi!
D: Pues no te la voy a dar, por que soy un oso malo.
N: ... No, no lo eres.
D: Lo soy, mira como gruño grrrr!! Waaarg!!
N: Gruñes muy mal, los osos malos no te querran si gruñes asi de mal.
D: Pero... pero... ¡¡¡No!!!
N: Eso, eso, ¡llora!

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