domingo, 5 de diciembre de 2010

No entiendo

La miró distraido, como si su mente no estuviese allí, apoyada en su mano, mirandola con vagueza. Si no que se hubiese escapado a otro lugar, a uno mejor. Uno sin ella.
- No entiendo lo que dices- susurró con voz terriblemente perezosa que pareció deslizarse fuera de su boca con un lento pero enorme esfuerzo de voluntad.
- ¡Claro que no! No has puesto atención- se quejó ella, con una voz enojada y chillona que se guardaba para las mentes de guisante como aquella.
Llevaban en esto toda la mañana. Le había explicado una y mil veces a esos ojos distraidos, a esa mueca desinteresada, a ese tinte rebelde de su piel castaña. Le había explicado lo que tenia que hacer. Era muy sencillo. Pero él siempre respondía que no entendía. Empezaba a sospechar que era tonto. Pero sus sospechas normalmente no eran acertadas, por lo que era mas probable que fuese inteligente pero no quería hacer lo que le pedía. Lo cual no tenía sentido, era una petición muy sensata la que le hacia. Tal vez si se lo explicaba una última vez.
- No entiendo.
- Eres imposible.
Las palabras salieron como un gruñido. Se había empezado a cansar. Bien hubiese podido hacerle un dibujo de lo que deseaba y no hubiese entendo. Tal vez si fuese estupido. Despues de todo las últimas generaciones no eran demasiado... brillantes. Estaba segura al menos de que de esa generación no saldria ningún Van Gogh o un Cervantes. A lo sumo, un par de imitaciones de Beyoncé que no llegarían a nada y aquel, aquel chico con tres centimetros de frente y la mirada errante era la viva prueba. Es que era tan sencillo, tan simple que era imposible que no entendiera si le volvia a explicar, se convenció a si misma por tercera vez.
- No entiendo.
Aunque al parecer estaba equivocada. Suspiró pesadamente e hizo un ademan con la mano para anunciar que se rendia, que nunca lograría hacerle entender aquello tan sencillo. El chico, entonces, se levantó, acomodó la silla en la que había estado sentado, le dedicó una venia acompañada de un breve y corto "buenas noches" para luego salir con paso presuroso.
Ella, sentada en su silla, no cabía en su asombro.

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